«…No importaba si el Sol lucía o era tupído por las nubes en un día gris, o si una tormenta hacía retumbar el suelo que pisaba, sólo los tornados que emergían a veces de su interior fruto de sus emociones perturbaban su estado de ánimo, tampoco le asustaban las fieras que encontraba, la confianza de su sonrisa y la bondad de su mirada eran escudos suficientes para protegerse de la más temible bestia, en ocasiones, quedaba perpleja observando su reflejo desdibujado en el agua de los riachuelos que encontraba, las ondas deformaban su aspecto y le recordaba que nada es imperturbable, que igual que el agua fluía y vibraba ante cualquier estímulo ella no era ajena a lo que ocurría a su alrededor.

En una ocasión, tras un largo día de camino, tropezó y por el cansancio no reaccionó a tiempo para evitar caer al suelo, le temblaban las piernas, por lo que decidió quedarse tumbada con los ojos cerrados tratando de relajarse después del susto y el cansancio acumulado. Sigue leyendo →
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