
Llueve con ganas y mucha fuerza, desafiando a las personas que con sus humildes paraguas tratan de avanzar por unas calles inundadas como ríos… Es casi poético, y si lo piensas ingenuamente es hasta mágico, ¿por qué nos han enseñado que un día de lluvia es feo?, es hermoso, puede que incómodo, o no, tan necesaria es el agua de la lluvia como son los rayos del Sol. Quizás, lo que nos entristezca sean las nubes grises, pero no deja de ser el envoltorio «feo» de un regalo precioso.
Me encantaría poder oler la tierra húmeda, viva y agradecida, correr por el campo descalza, me hace recordar esa ensación cálida como cuando nos damos una ducha después de un largo día y nos rodeamos con la toalla, al fin y al cabo tanto la tierra como nosotros estamos hechos de lo mismo y formamos parte de un Todo..
¡Un fuerte abrazo!